domingo, 24 de abril de 2016

HIPOCRESÍA Y FE: GRAN PELÍCULA


¡SALVE, CÉSAR!
(Hail, Caesar!)
2016. Dirs. Ethan y Joel Coen.

 


         La reciente película de los hermanos Coen es extraordinaria: posee muchos niveles de lectura, además de ofrecer un repaso al catálogo de géneros en el Hollywood del pasado. La acción sucede en 1951. Eddie Mannix (Josh Brolin) es el jefe de producción de los ficticios Estudios Capitol que están realizando, entre muchas otras cintas, una épica bíblica: “¡Salve, César!, una historia de Cristo” donde la estrella principal es Baird Whitlock (George Clooney) quien es secuestrado luego de que un par de extras lo narcotizan y llevan a una mansión en las playas de Malibú. Mientras tanto, Mannix debe lidiar con otros personajes: la actriz y nadadora DeeAnna Moran (Scarlett Johansson) que está embarazada sin marido; con la orden del jefe superior para que el popular vaquero de cintas del oeste, Hobie Doyle (Alden Ehrenreich) entre al género dramático; con el par de gemelas Thora y Thessaly Thacker (Tilda Swinton con cabellos de distinto color), columnistas chantajistas que le amenazan con publicar en su contra si no consiguen noticias exclusivas; con el director de una comedia musical donde trabaja el popular Burt Gurney (Channing Tatum); con su misma familia, sus propias ambiciones, pero sobre todo con su fe católica.



         Baird es secuestrado por un grupo de escritores comunistas que le hacen ver la explotación a que están sujetos por los estudios de cine. Aceptan que han infiltrado varias de sus creencias y doctrinas en los guiones escritos para películas. No le revelan quien es la mente maestra que, además, posee la mansión en que están platicando.



         DeeAnna ha sido embarazada por uno de los directores suecos del estudio (que es quien realiza la comedia musical mencionada). O al menos es lo que ella cree. Mannix va a arreglar el matrimonio entre ellos para evitar un escándalo, pero descubre que el realizador está casado, con esposa y dos hijos en su país natal. Debe haber, entonces, cambio de planes.



         Hobie era doble de cine hasta que lo escucharon cantar y descubrir sus aptitudes para montar a caballo por lo que le dieron un estelar que lo tornó en estrella inmediata y exitosa. Ahora, el jefe supremo quiere diversificarlo e introducirlo en otro género, en el cual se desarrolla con total ineptitud.



         Las hermanas gemelas Thora y Thessaly, que se detestan mutuamente, quieren tener exclusivas que conciernen a Baird o publicarán un terrible secreto de antaño que destruirá a la popularísima estrella. Mannix ha prometido a su esposa dejar de fumar, pero no lo cumple y al inicio de la cinta está confesándose con su sacerdote para arrepentirse por no cumplirlo. En otro aspecto, tiene el ofrecimiento de una compañía aérea, involucrada con la fabricación de bombas atómicas, para que se torne socio capitalista y ejecutivo en la empresa. Esto hace pensar a Mannix entre su rol actual dentro del entretenimiento o la alternativa de un empleo que le permita disfrutar de su familia.
 


         A través de estos personajes, los Coen construyen una historia que recrea ciertas formas de proceder en el Hollywood de mitad de siglo veinte con la idea de establecer un microcosmos sustentado en la fe y en la hipocresía. Está lo aparente: el glamour de las personalidades de pantalla que no podían ser iguales a los humanos a pesar de tener las mismas pasiones, cualidades y defectos: por eso debe casarse a DeeAnna porque era escandaloso tener un hijo fuera de matrimonio o evitarse la publicación de un secreto íntimo.



         Y lo más importante: los Coen transgreden el discurso continuo y acusatorio de los años cincuenta para ser irónicos. Un episodio constante y repetitivo en la historia política de Hollywood está en la cacería de brujas entre personalidades que tuvieron relación con el comunismo. En esta película, se tornan en villanos, contra sí mismos por el secuestro, que admiten su idealismo y fe en sus creencias comunistas sin dejar de lado que sus vidas son cómodas aunque sean sinceros al desear el dinero del secuestro para su causa. Lo irónico es que su gurú es un intelectual alemán llamado Marcuse, como el filósofo que estuvo detrás del idealismo juvenil que dio lugar a las rebeliones de mayo del 68.
 


         Por eso, hay recreación de géneros: el espectáculo acuático-musical donde DeeAnna realiza clavados entre bañistas que crean formas geométricas en el agua (como Esther Williams). El melodrama de intriga romántica donde Hobie, estrella campirana, es metido con calzador para aprovechar su popularidad y destreza en el género del oeste (como John Wayne o Joel McCrea o Randolph Scott). La comedia musical con marineros que irán a combate y se quejan de la falta de compañía femenina que sufrirán donde Burt es la estrella principal (como Frank Sinatra o Gene Kelly). Principalmente, la superproducción bíblica con la presencia del Cristo y todas sus implicaciones con exageraciones donde Baird es un súbdito romano que cambia su soberbia por la fe (como Robert Taylor o Richard Burton). En todos estos casos, al presenciar la realidad detrás de las filmaciones, uno nota la superficialidad y ligereza (dejando de lado los talentos innegables de sus estrellas).



         Ante la superficialidad acuática está el embarazo prohibido; ante la queja contra la falta de mujeres hay todo un trasfondo homoerótico en el bailable entre marineros; ante la elegancia de una situación de clase alta se encuentra la vulgaridad de un “cowboy”; ante el descubrimiento del Salvador está la actuación mecánica de una estrella de Hollywood que olvida en el momento climático, la palabra más importante que es “fe”. Es un discurso que alaba al entretenimiento sin rendir un culto ciego. Se está mostrando una cara de Hollywood con todas sus contradicciones y defectos. No en balde, la palabra que está sobre un tanque de agua en el estudio es “Behold” (¡Contemplad!, que es una palabra muy bíblica).


         Eddie es un hombre que se encuentra en la encrucijada de su vida para definir su futuro. A pesar de tantas presiones, Mannix está convencido que el espectáculo es su vida (de hecho, el nombre del personaje pertenece a un legendario productor de la MGM en los años de esplendor sin relación alguna). Y sus contradicciones también están presentes: la culpa católica debida a no cumplir con la promesa de dejar el cigarrillo se confunde con el valor moral al querer entrar a trabajar en una compañía que apoya a fabricar bombas atómicas. Su lealtad al jefe supremo le lleva a abofetear a quien se atreve a acusarlo de explotador porque así es el sistema y debe seguirse.



         Todo es una declaración del estado de las cosas y de la transformación cultural: el Hollywood de antaño a nadie le importa ya. El público joven de ahora prefiere los efectos especiales, los personajes de historieta o las cintas independientes que promueven superficialidad o ligereza de temas cotidianos. Esa gran producción bíblica ya no se filma (quizás por televisión) y los demás géneros perdieron su pureza porque ya no estamos ante el mundo idealizado ni las estrellas poseen misterio. Sin embargo, fue la base de todo lo que ahora se vive. Esa hipocresía y esa fe moldearon nuestras sensibilidades: Todo cambió y esta cinta lo confirma.
 
Nota: en la función que me tocó se salieron diez personas demostrando que ese pasado no importa: ya no deslumbran los espectáculos ingenuos; ya no se reflexiona ante el discurso fílmico.

 

        

lunes, 18 de abril de 2016

HIJO DE PAPÁ


DESIERTO
2015. Dir. Jonás Cuarón.

 


            Un grupo de personas cruza el desierto en una vieja camioneta rumbo a la frontera con Estados Unidos. De pronto el vehículo se descompone sin remedio. Los “polleros” les indican que caminen y vayan hacia donde se encuentra el país anhelado. Al pasar por un simple alambrado ya están transgrediendo la ley y provocando la ira de un cazador de ilegales. El hombre los persigue y va matando dejando solamente a quienes pueden escapar de su furia. Luego, continuará el infierno.
 


            No puede contarse más para evitar la revelación de las mínimas sorpresas que aguardan. La película narra una situación prácticamente cotidiana: quienes van en busca del sueño americano exponiéndose a todos los peligros posibles. A cada quien le va de manera diferente y luego se cuenta cómo les fue en la feria. Hay quienes van, son deportados, reintentan, vuelven a ser deportados y persiguen su deseo. En esta cinta está el caso extremo: quienes van y mueren por quienes ejercen la justicia por propia mano.

 


            Moisés (Gael García Bernal) será quien deberá enfrentarse con Sam (Jeffrey Dean Morgan). No hay muchos diálogos: Sam expresa que no quiere que le invadan su hogar. Moisés quiere construir un futuro para su hijo. Cada uno establece sus prioridades: idénticas pero opuestas. Una amoral, en detrimento de la vida. La otra sincera, sin intención de daño. Además, aparece un perro feroz.



            No es una gran película: ni es novedosa ni es original. Se ha tratado el tema en numerosas cintas, obras de teatro, novelas. Su gran vigencia es por la metáfora coincidente con la actual realidad de un precandidato a la presidencia norteamericana. El cazador que mata ilegales equivale a un gran muro que reemplace a una sencilla alambrada y a las políticas en contra de quienes vivan sin papeles “en el otro lado”.
 


            En 2009 escribí lo siguiente por la cinta Año uña, ópera prima de Cuarón filmada con puras fotofijas: “Año uña” es una cinta muy menor, un experimento válido, que queda como mera promesa de un director que quizás nos ofrezca obra más sólida en el futuro. Ocho años después, Cuarón brinda una cinta apabullante y entretenida por su buen ritmo y su sentido del suspenso pero donde no ocurre más que un juego de gato y ratón. Tan simple como su cinta previa, tan inocua (como su guion coescrito con su padre para Gravity que destacaba por su belleza visual y la impactante Sandra Bullock) donde queda todavía la promesa: “quizás nos ofrezca obra más sólida en el futuro”. Tanto halago, claro, porque es hijo de un papá exitoso que alcanzó el sueño americano sin tener que cruzar un desierto. Mucho ruido y pocas nueces, para homenajear al querido cuatricentenario Shakespeare. Jonás Cuarón es el Alberto Isaac de nuestros tiempos: un cine correcto que no dice nada personal: mucha forma, eso sí, con la suerte de ser hijo y sobrino privilegiado...

domingo, 10 de abril de 2016

UNA ENTREGA APOSTÓLICA


EL ÚLTIMO PACIENTE
(Chronic)
2014. Dir. Michel Franco.

 

 

            El último paciente nos muestra la entrega prácticamente religiosa de un enfermero, David (Tim Roth en una actuación formidable), hacia sus pacientes, usualmente terminales o en estado delicado. Al morir una de ellos, informa que ha quedado viudo a quien no lo conoce. Al asistir a un arquitecto, busca unos libros de ese medio y cuenta a la dependienta que practica dicha profesión. David tiene un gran dolor y secreto en el pasado. Está divorciado y tiene una hija que ahora estudia medicina. El destino le colocará a una paciente que pondrá en prueba su sentido apostólico hacia la profesión. El mismo destino le tendrá una justa sorpresa.


David platica sobre su "viudez"
David vuelve a ver a su ex esposa
con la cual le une un terrible hecho del pasado


            Tercer largometraje en la carrera de un realizador sólido: Michel Franco (1979) nos ha brindado dos cintas previas de gran fuerza y coraje, ejemplos de la cruda realidad en la cual nos encontramos que lleva a sus protagonistas a determinaciones límite: Daniel y Ana (2009) narraba el secuestro de un par de hermanos que eran obligados por los delincuentes a tener relaciones sexuales para videograbarlos y luego soltarlos con el alma destrozada. Después de Lucía (2011) era una visión personal sobre el malhadado bullying que sufría la protagonista para que su padre, enfermo de dolor ante la idea de que la chica se ha suicidado, le dé su merecido al iniciador de los ataques.
 
El extraordinario Michel Franco


            En esta cinta, David es un enfermero dedicado en cuerpo y alma a su labor. Crea una relación personal con sus pacientes y es tanto el involucramiento moral y sentimental que cada muerte es otro clavo en su existencia. La relación con un paciente masculino que ha sufrido un infarto hace que sus deseos de bienestar se confundan con acoso sexual, por lo que pierde el empleo y debe reiniciar en su pueblo original. No puede contarse más para que Ud. disfrute de una película excepcional. Una visión ascética debida a los errores de un pasado, producto de este sentido cristiano de hacer el bien y amar al prójimo.
 
 

viernes, 8 de abril de 2016

LA VIDA QUE SE VA


UNA SONRISA A LA VIDA
(Truman)
2015. Dir. Cesc Gay.

 


         Con este título ridículo y cursi se presenta una cinta cuyo nombre original le da sentido a todo su discurso.  La película obtuvo el Goya, premio superior del cine español, en las categorías de mejor película, director, guion original, actor secundario y actor principal. Nada de eso se utiliza en la publicidad de la cinta y, aparte, se le coloca un título estúpido para hacer creer que es una cinta familiar y complaciente.




         Truman es el nombre del perro que ha acompañado por muchos años al actor Julián (Ricardo Darín) que ahora padece de un cáncer pulmonar que le da poco tiempo de vida. Recibe la visita de Tomás, su amigo de siempre, quien vive en Canadá, pero ahora ha querido verlo por última ocasión.




         La película nos lleva por esa amistad sin caer en retrocesos en el tiempo: es el calor humano, la forma en que se toleran comportamientos y se debe entender la actitud de un hombre moribundo. Al amigo no le queda más que ser compañía y dejarle pasar unos días plenos: la visita al hijo que vive en Amsterdam o el acercamiento a la prima que ya se siente mal por la próxima pérdida. Luego está Truman que quiere darse en adopción para que alguien lo trate como Julián quien expresa que él tiene dos hijos: Truman y Nico.




         No puede contarse la trama más allá de lo que he comentado, pero es un retrato conmovedor, nada complaciente, siempre alerta, acerca de lo que significa la amistad y la confianza en el otro. Nada es cursi, como el título plasmado. Un par de actuaciones magistrales. Una cinta que te lleva hacia el lado extremo de la vida para valorarla por última vez.


Cesc Gay, realizador-guionista, impecable


         Una extraordinaria película. Imprescindible.