domingo, 5 de diciembre de 2010

LOS INICIOS DE FORMAN


PEDRO NEGRO
(Czerný Petr)

1963. Dirección de Milos Forman.



El primer largometraje del laureado Forman ocurre en los días del verano en una pequeña ciudad, plácida, tranquila y cercana a un río. Se narran los singulares y mínimos hechos cotidianos del jovencito Pedro (Ladislav Jakim)
quien a los 16 años entra a trabajar como “detective” en una tienda de comestibles. Sigue a los sospechosos de robo sin atreverse a reclamarles los hurtos. Tiene el esbozo de un romance con la jovencita Asa (Pavla Martinková), amiga suya. Asiste a un baile donde hay compañeros que se emborrachan, coquetean con las muchachas, no se atreven a pedir a alguna que baile. Pedro tiene un padre que se preocupa por su futuro y vive buscándole incentivos. La madre quiere que le cuente todo lo que hace. Pedro es un adolescente en edad decisiva y confusa donde no se tiene la menor idea de lo que traerá el futuro, aunque no sea la gran preocupación más allá del tedio cotidiano.

Forman nos ofrece una visión de la juventud de su tiempo (los primeros años sesenta, el twist, la apertura intelectual en el socialismo) y vista ahora, a casi cincuenta años de su realización, tiene una vigencia absoluta (con toda la distancia que separa y las transformaciones actuales para los adolescentes) en lo esencial de una edad. Aunque estén rodeados de celulares, videos y computadoras, sigue existiendo esa duda existencial. El escarceo erótico, el tedio de la escuela, la falta de incentivos (y ahora de droga, crimen, violencia y trastocamiento moral) ha dado como resultado a una generación que le da importancia al hoy y ahora.

El título (traducción literal ya que la cinta nunca se exhibió comercialmente en México) da a entender una paráfrasis de “oveja negra” porque Pedro está alejado de los ideales socialistas. El padre quiere que toque violín o acordeón, además que su trabajo le parece sin importancia y hasta patético.
La madre le llama para que salude a todas las personas que están de visita en su casa. Una reproducción de una pintura de Giorgione (“La venus reclinada”) le excita y la comparte con su amada como una insinuación ingeniosamente pensada por Forman para la época donde se miraban las piernas desnudas a través de rendijas en los vestidores de las orillas del río.


El juego iconoclasta con los valores tradicionales sirvió mucho a Forman para su etapa checa. Luego de esta cinta, una jovencita de pueblo iba en busca del músico que le había prometido amor falsamente en “Los amores de una rubia” (1965) o se tenía una celebración por el cumpleaños del anciano exjefe de bomberos que estaba enfermo terminal y había un patético concurso de belleza en “¡Al fuego, bomberos!” (1967). Luego se exilió en Estados Unidos ya que había caído el gobierno más libre de Dubcek para que Checoslovaquia se transformara en otro tipo de país.

No es de extrañarse que la primera cinta norteamericana de Forman llamada “Búsqueda insaciable” (Taking off, 1971) fuera acerca de una jovencita que se fugaba de casa para que sus padres la buscaran y se encontraran con una manera menos conservadora para comportarse. Ha sido considerada su última cinta checa porque luego vendría “Atrapado sin salida” (1975) donde seguirían sus obsesiones pero el ambiente y atmósfera ya eran abiertamente de su nuevo país y sistema de producción.

No cabe duda que los finales de cincuentas e inicios de sesentas fueron años claves de cambio para el cine mundial. Las nuevas olas de diversos países (hasta en México hubo influencia con su Primer Concurso de Cine Experimental) hablaban de problemáticas que, en otros tiempos, habían sido tratadas de manera insulsa o superficial. Con el paso de los años, quienes tuvimos la suerte de la adolescencia y de encontrar esas imágenes (hasta donde era posible), podemos revalorar y complementar (gracias al maravilloso DVD) lo que nos quedaba faltante.