domingo, 18 de abril de 2010

EL AMOR EN LA CIUDAD (1953)





Este experimento que quiso ser neorrealista cuando ya había pasado el tiempo de esa corriente en el cine italiano es una revista filmada: se llama "El espectador" y cada uno de los episodios que la conforman equivaldría a un artículo si tuviéramos esa publicación en las manos (ahora, virtual, en pantalla). Lo más interesante es que los realizadores de las seis partes que la conforman son ilustres para la historia del cine: Michelangelo Antonioni, Federico Fellini, Carlo Lizzani, Dino Risi, Alberto Lattuada, Francesco Maselli y Cesare Zavattini (ellos dos se encargarían de un segmento).

Una encuesta sobre el suicidio (Antonioni); lo que acontece en un salón de baile dominguero (Risi); otra encuesta sobre la prostitución (Lizzani); un juego visual acerca de los hombres que voltean la mirada hacia las italianas que despliegan su belleza (Lattuada); la historia de una campesina, madre soltera, quien no encuentra trabajo, abandona a su hijo, para reclamarlo al día siguiente (Maselli y Zavattini); y finalmente, una investigación periodística sobre las agencias matrimoniales (Fellini), son las temáticas que se conjuntan para atraer al lector (espectador).

A pesar que todas tienen su interés, son cortometrajes fallidos porque se quedan en el intento y no alcanzan a descifrar ni concluir nada sobre los temas que investigan. Es encantador el cortometraje sobre el salón de baile donde los personajes tan distintos y curiosos (una madre que selecciona al aspirante a bailar con su hija, por ejemplo) que advierten el cine tragicómico de Dino Risi. El asunto sobre la madre soltera que sufre al abandonar su hijo para luego arrepentirse no llega a cuajar, excepto en momentos que luego serían cruciales en el cine de Maselli.

El mejor episodio es el de Fellini: aunque todavía no usaba actores con características físicas extremas, el recinto donde está una agencia matrimonial que el reportero Antonio Cifariello (nombre del actor que está interpretando al personaje: luego saldría como galán de Sara Montiel en "La bella Lola"; moriría joven en 1968) quiere investigar, resulta alucinante. Su uso de la música y las imágenes urbanas, adelantan también lo que disfrutaremos en un futuro con su espléndida obra.

La película salió en DVD y vale la pena como gran curiosidad de una industria que fue tan popular como exitosa, pero que luego cayó en bache, perdió a sus grandes creadores y le pasó lo que a las cinematografías de casi todo el mundo. Es el antecedente de las películas que gozaríamos en los años sesenta como "La aventura", "Los indiferentes", "Il sorpasso" u "Ocho y medio", cuya esencia se quiso recuperar en la desastrosa e insoportable "Nine".

Les comparto una foto de Cifariello; un momento de la secuencia del baile, de Risi; y un cartel del DVD original...

sábado, 10 de abril de 2010

EL SECRETO DE SUS OJOS


Contra todo lo que esperaba de una cinta ganadora del Óscar a mejor película extranjera, la hispano-argentina "El secreto de sus ojos" (Juan José Campanella, 2009) no resultó decepcionante ni grandilocuente como sucedió con la horrenda, ridícula y aburrida cinta japonesa "Violines en el cielo" (Takita, 2008), del año anterior. Basada en una novela de Eduardo Sacheri llamada "La pregunta de sus ojos" (publicada en Alfaguara, 2005), coadaptada por el realizador con el novelista, tenemos la confirmación de que el cine argentino se distingue, en muchas de sus producciones, por los temas, argumentos y realizaciones. "El abrazo partido", "El aura", "XXY", "El faro", entre tantas otras que podríamos mencionar, para darle en toda la chapa al cine mexicano, por ejemplo.

Una trama elaborada acerca de un crimen que ocurre en 1974 para convertirse en la obsesión de un fiscal que logra resolverlo para que luego impere la injusticia, dejar que pase un cuarto de siglo y darse cuenta que la pasión nos domina y nos distingue para alcanzar nuestros objetivos y llegar a un final cuestionable, pero moralmente ético.

Si no soy específico es porque no se vale echarle a perder cuentos y sorpresas a los lectores y a los cinéfilos apasionados (como yo: no me gusta que me narren tramas antes de verlas). Es una entrada chiquita para recomendarla (ya está en DVD barato porque proviene de Argentina, en región 4)y que no dejen de pasar un par de horas muy entretenidas, estrujantes, bien logradas.

Voy descubriendo que fuera de los premios otorgados por carreras y no por roles (los de Bullock y Bridges), este año se rindió la justicia que busca esta cinta de Campanella en el caso de directora, película del año y película extranjera...

LOCURA






La primera película de Katharine Hepburn se llamó “Locura” (A Bill of Divorcement) y fue filmada en 1932 bajo la dirección de George Cukor con mucha solvencia y gracia. Cuando uno compara la producción mexicana por esos tiempos, se lamenta que haya habido tanto retraso técnico para el desarrollo de nuestra industria. De las seis cintas producidas en nuestro país en 1932, aunque solamente se conserven cuatro, ninguna de ellas puede compararse con la que les estoy comentando. Por supuesto que con el debido tiempo, gracias a las personas que se formaron en Hollywood y al mayor contacto e interés que se tuvo con la meca del cine, se pudieron crear verdaderas joyas narrativas en el cine nacional y en sus momentos les he dedicado atención particular, si no en este blog, en diferentes espacios.

Vuelvo a “Locura” que estuvo basada en una popular obra teatral de la británica Clemence Dane donde se narran las tribulaciones de una mujer (Billie Burke) y su hija (Hepburn) cuando reaparece en sus vidas quien fuera esposo y padre (John Barrymore), recluido en un sanatorio para enfermos mentales desde que la hija era pequeña. Lo que se pensaba que era una consecuencia de haber peleado en la Primera Guerra Mundial se revelaba como enfermedad hereditaria. La mujer se ha divorciado tiempo atrás y ahora tiene un nuevo pretendiente; la hija, igual que su madre, tiene planes para casarse. La llegada del hombre, quien ha escapado del sanatorio al recuperar la lucidez, deja en claro que su esposa ya no lo ama. Su hija, en cambio, decide sacrificar su felicidad para evitar la herencia fatal de la locura a sus posibles hijos; también, desea dedicarse al cuidado de su padre.

Este melodrama extremo no llega al ridículo ni al tedio. Aparte de ser una cinta de corta duración (apenas 70 minutos), se nota el toque Cukor donde existen el equilibrio y la mesura. Los personajes no llegan a la sobreactuación (se nota la ascendencia teatral en todos ellos) y la narración fluye impecablemente. Hay movimientos de cámara justos y algunos planos están pensados en función de sus protagonistas. El desparpajo y naturalidad de la Hepburn se muestran en una escena donde se deja caer literalmente sobre unas almohadas para descansar frente a la chimenea. La llegada de Barrymore a la casa es observada por la hija desde una escalera donde se enmarca su bello y anguloso rostro.

Y Barrymore en sí mismo es una gloria. Con cincuenta años a cuestas, es ahora el galán maduro; el gran actor que se había destacado en el teatro como un distinguido Hamlet para luego pasar al cine silente donde interpretó al Dr. Jekyll con su anexo Mr. Hyde, aparte de Sherlock Holmes y Beau Brummel, explotando su famoso perfil, hasta llegar al "Don Juan" (Alan Crosland, 1926), primera película que tuvo su banda sonora, netamente musical, sobre el celuloide, como antecedente del cine parlante que estallaría al año siguiente. Barrymore lo sobreviviría por su masculina y bien modulada voz, sin los excesos gestuales, como se nota en la película que ahora comento.

George Cukor (1899 - 1983) sería considerado el gran director de mujeres en el Hollywood de antaño. Norma Shearer, Greta Garbo, Joan Crawford, entre muchos nombres, a los cuales se añade el de la Hepburn (en ésta y varias cintas del futuro). Cukor sabía darle esplendor al rostro femenino, además de exprimir la esencia del personaje en sus divas: a él le debemos, por ejemplo, la imagen de una Sophia Loren rubia en la única cinta (obra soberbia) del oeste que quiso filmar: "Su pecado fue jugar" (Heller in Pink Tights, 1960), como diva pionera en tiempos difíciles, miembro de una compañía teatral entre la rudeza primitiva; o los retratos disímbolos de varias damas californianas que se someten a una entrevista de investigación sobre las costumbres sexuales en "La vida íntima de cuatro mujeres" (The Chapman Report, 1962)con una frígida Jane Fonda, una ninfómana Claire Bloom, una infiel Shelley Winters y una coqueta Glynis Johns, donde Cukor dignificó el argumento de un escandaloso bestseller de Irving Wallace, escritor popularísimo en los años sesenta. Y así habrá una galería total de la cual "Locura" forma parte en los inicios.

En las fotos aparecen George Cukor; Hepburn con quien interpreta a su novio: el actor David Manners; Hepburn con el magnífico Barrymore; además de dos carteles publicitarios.

martes, 6 de abril de 2010

TITA MERELLO Y SILVIA PINAL






Acabo de ver "Arrabalera" (Tulio Demicheli, 1950), película argentina basada en la obra teatral "Un tal Servando Gómez" de Samuel Eichelbaum que se había estrenado en 1942 con mucho éxito (de hecho, el texto se sigue imprimiendo y ha tenido puestas en escena aún en este siglo XXI).

La acción inicia en 1930 y se narra cómo la burócrata Felisa (Tita Merello) se debate entre el amor de dos hombres: el carrero (repartidor de mercancía en carreta tirada por caballos) Servando (Santiago Gómez Cou) y el jugador Domingo (Raúl del Valle). Una noche de carnaval, Felisa gana un concurso como cantante, celebra con sus dos amigos y bebe hasta emborracharse. Mientras la acompañan, alcoholizada, hacia su casa, Servando se detiene para ayudar a una anciana que ha sido lanzada de su habitación. Domingo aprovecha que pasa por un hotel para entrar con Felisa. Pasa el tiempo: Felisa canta en un bar de mala muerte mientras Domingo juega y se embriaga; parte a su casa a la cual luego llega Domingo para exigirle dinero. Ella le suplica que no lo tome porque será para el próximo nacimiento de su hijo. Domingo la golpea y le dice que no le importa. Felisa parte a buscar ayuda con su hermana, pero el marido de ésta se la niega. Luego llega a la casa de Servando quien la acoge con ternura. El hombre va a buscar a Domingo quien le dice que se la puede quedar ("con todo y premio"). Servando se casa con Felisa luego que ha nacido el niño al cual le han puesto el nombre de Domingo. Pasan casi veinte años. Domingo regresa luego de haber pasado ese tiempo en prisión por un asesinato. Exige a Felisa que se marche con él y confronta a su hijo, el ahora joven Minguito (Tito Alonso) quien primero duda de Servando y de Felisa, para luego entrar en razón. Finalmente, antes de que haya un enfrentamiento donde se ponen en juego las vidas de los personajes, todo se arregla.

El tucumano Tulio Demicheli (1914 - 1992) debutó con esta cinta como director, luego de haber trabajado como argumentista, guionista y asistente de otros realizadores como Carlos Borcosque y Luis César Amadori desde 1945. Tras varias dificultades, luego de otras cinco películas (una más con Tita Merello) emigró a México donde pudo filmar inicialmente dos coproducciones con Cuba que fueron muy exitosas ("Más fuerte que el amor", "Un extraño en la escalera" ). Fue precisamente esta última la que convirtió a Silvia Pinal en gran estrella del cine mexicano y la que inició un conjunto de colaboraciones importantes entre Demicheli y la actriz, llegando a diez títulos en un período de cinco años, por lo que Demicheli continuaría filmando en nuestro país.

Entre esas colaboraciones está "Dios no lo quiera" (Tulio Demicheli, 1956) donde el realizador volvió a adaptar el mismo texto de Eichelbaum, trasladándolo ahora a México. Silvia Pinal (usualmente rubia, ahora aparece con el cabello negro) es Felisa, mesera de una fonda, y tiene a sus dos enamorados que son matanceros en el rastro: Domingo (Raúl Ramírez) y Chema (Jorge Martínez de Hoyos, con otro nombre de personaje quizás porque Servando se escuchaba menos común entre los nacionales). En la boda de la hermana de Felisa es cuando ocurre el emborrachamiento y la misma seducción. Ahora, Chema le exige a Domingo que cumpla como hombre y lo obliga a casarse con Felisa. El hombre accede pero deja su trabajo y pone a Felisa a cantar en un cabaret donde la explota. Cuando la mujer se embaraza, Domingo es acusado de un crimen y debe escapar, pero es apresado. Chema la protege hasta que nace su hijo. Ambos ponen una carnicería que atienden por muchos años. Minguito (Raúl Farell) ha crecido y se ha graduado como veterinario. Vuelve Domingo quien repite las mismas acciones que en la cinta anterior, pero ahora se arrepiente, le concede el divorcio a Felisa quien así podrá ser la esposa legítima de Chema.

Podemos notar que una diferencia fundamental estriba en la cuestión moral: Domingo tenía que casarse con la honrada Felisa por abusar de ella. No era posible dejarla a la deriva en este asunto porque el cine mexicano solamente podía enviarla, en su caso, por el camino de la prostitución al ser una madre soltera y haber entregado su virginidad (aún con el pretexto de la inconciencia alcohólica). En el caso de la versión argentina, Servando aceptaba, por amor, casarse con ella para hacerla su mujer a pesar del error cometido. En la cinta argentina conocemos brevemente las malas intenciones de Domingo quien se involucrará con un personaje político pero luego sabremos que se ha tornado criminal. Ahora es el mejor motivo para dejar a Felisa libre de su influencia aunque, por la misma honestidad de Chema, jamás será capaz de tocarla mientras sea la mujer de otro. La versión argentina los desposaba y podemos imaginar su armonía conyugal.

En cuanto a las actrices: Tita Merello tenía una personalidad dura, además de contar con 46 años al filmar "Arrabalera" (que se notan) y desconcierta un poco su actitud sumisa al ser golpeada por Domingo cuando había mostrado temple y decisión previamente. De hecho, con el paso de los años, no se notan cambios significativos en maquillaje y presencia.

Silvia Pinal, por su parte, apenas contaba con 25 años al interpretar su papel. Su interpretación de la canción que le da título a la película da lugar a una de las secuencias más bellas y eróticas del cine mexicano: su perfil del cuerpo recostado sobre una columna, las sombras que aumentan y mejoran su espléndida figura que permiten imaginar su desnudez y, sobre todo, que su voz fuera doblada por alguien con buena voz (Silvia nunca se distinguió por tener un bello tono de voz). Su envejecimiento físico se siente falso, pero no resulta defecto finalmente, gracias a la buena solvencia como actriz de la Pinal.

Fue una situación común, por esos años dorados del cine latinoamericano, que se hicieran versiones mexicanas de argumentos procedentes de Argentina (y en otros casos, del cine español, claro). Veremos, en el futuro, con otras entradas, ejemplos semejantes. En este caso de "Arrabalera" cada versión tiene sus cualidades y defectos, pero lo más importante es que fue un caso excepcional al ser adaptada y dirigida en ambas versiones por la misma persona. Por otro lado, Demicheli fue un realizador honesto y efectivo, a quien debemos varias cintas entrañables y clásicas de nuestra historia.

LOS AMANTES (Shockproof, Sirk, 1948)



En la caja con DVD's que Sony Pictures dedicó a Samuel Fuller vienen siete películas: cinco que fueron escritas por el futuro cineasta pero dirigidas por otros realizadores, y dos joyas de sus producciones independientes distribuidas por la Columbia Pictures: "El kimono escarlata", de 1959 y "La ley del hampa", de 1961. Por fortuna, tenemos la posibilidad de conocer mucha de su filmografía gracias a estos disquitos versátiles. La Fox sacó todas las cintas que dirigió para esta compañía. En Criterion han aparecido sus primeras tres películas independientes en una sola caja, aparte de "El beso amargo", "El rata" y "Delirio de pasiones".

En esa misma caja mencionada está una de las cintas menos mencionadas del maestro Douglas Sirk (1900 - 1987) quien alcanzaría mayor fama como director de melodramas turbulentos y apasionados, para disectarlos y darle sentido al género, cuando firmara con la Universal Pictures en 1950 donde terminaría formalmente su carrera con "Imitación de la vida", nueve años más tarde. Me refiero a "Los amantes" donde Cornel Wilde interpreta al agente Griff Marat (quien se describe a sí mismo como "italiano, con más de 30 años", a pesar que su apellido es francés) quien se enamora de la asesina Jenny Marsh, interpretada por la bella Patricia Knight (a la sazón era la esposa por más de diez años de Wilde con quien había tenido una hija en la vida real: para 1951 ya se habrían divorciado por los celos extremos del galán). Ella ha conseguido el perdón condicionado pero se le ha prohibido contactarse con el criminal Harry Wesson (un atractivo John Baragrey quien no haría muchas películas pero dedicaría mayor tiempo a la televisión hasta su muerte en 1975). Ella se siente agradecida hacia el criminal y lo confunde con amor, cuando en realidad lo encontrará con el buen Griff a quien desvía por el mal camino luego de intentar matar a Harry al descubrir su verdadera naturaleza y que en realidad ama al agente.

La película se desliza entre las situaciones más divertidas (Jenny es interrogada por una psiquiatra quien determinará si en realidad es sujeta a rehabilitación), extremas (Jenny se convierte en cuidadora de la madre de Griff quien es ciega), frustrantes (Griff huye con Jenny para dejar atrás familia y carrera porque el amor está más allá de cualquier sacrificio) e inverosímiles (Harry no acusará a la pareja y ésta podrá regenerarse simplemente porque Jenny estaba acompañada por su agente Griff). Todo ha sucedido de la manera más simple pero eso sí, muy elegante.

Jenny inicia su recorrido como personaje en la primera secuencia cuando pisa el letrero de la avenida (Hollywood Boulevard) para entrar a una tienda de modas y comprarse un vestido exquisito. Luego va a un salón de belleza donde cambia el color de su pelo castaño en rubio. Todo antes de ir a la oficina de la agencia que registra y verifica a quienes han adquirido esa libertad condicional. Ella sigue vistiendo con muy buen gusto cuando nos enteramos que Harry es quien le ha pasado dinero para comprarse ropa (y Patricia Knight tenía una extraordinaria figura y porte para lucir los modelitos diseñados por Jean Louis quien sería modisto exclusivo de la Columbia Pictures hasta principios de los años sesenta: luego pasaría a la Universal). La casa del agente Griff es rústica pero excelentemente decorada porque pertenece a una buena familia con hermano menor que juega béisbol y toca el piano. El agente y Jenny se casarán en secreto para darles permiso, posteriormente, cuando anden fugitivos, de vivir juntos y dormir en una misma cama con las consecuencias imaginables (naturales, razonables).

Sin embargo, estos comentarios son simplemente para dejar constancia de que la imaginación de un realizador inteligente (Fuller, aunque con colaboración de Helen Deutsch quien también fue productora de la cinta) para construir personajes (aunque las circunstancias fueran, en este caso, bastante "poéticas") empató con la dirección de quien sabía la manera de mostrar pasiones humanas sin importar que en ocasiones las convenciones impuestas por los estudios llegaran a límites más allá de la lógica en cuanto a realidades.

Por eso "Los amantes" convence como imagen de una pasión basada en el alimento del amor. De aquí que la falta a la razón moral se deba al sacrificio que se ha nutrido de esa misma pasión. Estos cuestionamientos los encontraremos en muchas de las cintas filmadas por esos años cuando el cine no se permitía dejar su calidad ensoñadora. Fuller se convertiría en realizador duro, directo, cruel, contrario al estilo suave y romántico de Sirk, aunque ambos demostrarían su talento cinematográfico y serían fieles a sí mismos.

sábado, 3 de abril de 2010

LA MUJER SIN CABEZA


El tercer largometraje de la argentina, nacida en Salta, Lucrecia Martel sigue el estilo de sus obras anteriores ("La cienaga", "La niña santa") donde una situación desata consecuencias imperceptibles y finalmente parece que nada ha sucedido cuando en realidad se ha quebrantado la realidad y el orden moral. La vida sigue adelante con todas sus contradicciones.

En este caso Vero (María Onetto) es una dentista que atropella a alguien, o algo, al descuidarse por contestar su celular mientras maneja por la carretera. Decide no bajar del auto, tampoco mirar, sino seguir adelante. Se ha golpeado la cabeza por lo que llega a una clínica donde le toman rayos X y la revisan. Luego llega a un hotel donde llama a un amigo con el cual tiene relaciones. Al día siguiente vuelve a casa, cuenta a su marido los hechos. El hombre pide ayuda a las autoridades del pueblo donde ocurrió el incidente. Le aseguran que fue un perro, seguramente. Pocos días después aparece el cuerpo de un jovencito. Todas las pruebas de que Vero estuvo en la clínica o en el hotel han desaparecido. Lo mismo sucede con su sentimiento de culpa.

Martel cuestiona a la clase acomodada: no tanto a las personas con grandes fortunas, sino al clasemediero que se siente por encima de quien le trabaja y ayuda con ropa usada o comida. Los que tienen las conexiones adecuadas para cambiar la historia a su beneficio. A la que siente una culpa inicial que en realidad es miedo: una vez que todo se ha arreglado, se ha confirmado, se ha evitado un problema legal, se recupera el orden previo. Además, las actuaciones de todo el elenco, principalmente de la mencionada Onetto, son excepcionales.

Ojalá la exhiban en alguna muestra de cine o en cualquier ciclo de los que organiza la Cineteca Nacional y que luego llega a Monterrey. Por lo pronto, se puede conseguir en video procedente de "gringolandia".